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El Acuerdo Unión Europea-Mercosur: retos, oportunidades y escenarios

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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Ramón Casilda Béjar e Ignacio Bartesaghi(*), El Confidencial, 29 de septiembre de 2025

América Latina ha experimentado un proceso de integración caracterizado por cuatro grandes etapas. Inicialmente, la región vivió una etapa voluntarista en las décadas de 1950 y 1960, seguida por una fase revisionista que se extendió hasta los años 1990. Posteriormente, se desarrolló una etapa pragmática que llegó hasta la crisis financiera de 2008, desembocando en la etapa actual, marcada por la geopolítica. Esta evolución histórica permite comprender la relevancia del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), que representa el inicio de una nueva fase en las relaciones birregionales y que crearía la mayor zona de libre comercio del mundo con un mercado de 772 millones de consumidores.

La compleja situación para el comercio internacional, especialmente marcada por la guerra en Ucrania y sus consecuencias en la UE, ha impulsado a los países europeos a diversificar sus relaciones económicas y comerciales globalmente. En este contexto, el Mercosur adquiere una relevancia renovada. Los efectos de la guerra en Europa, sumados al retorno de Donald Trump y su errática política arancelaria han transformado el escenario internacional, generando una presión adicional para que ambos bloques avancen y culminen el acuerdo alcanzado durante la 65 Cumbre del Mercosur (Montevideo, 6-12-2024).

Desde ese momento, el foco se ha fijado en la posible firma en diciembre de 2025, respaldada por el consenso de todos los países del Mercosur, un hecho poco habitual en el bloque. Este consenso ha sido defendido públicamente por los presidentes, destacando el firme compromiso de Lula da Silva, quien ha mantenido conversaciones directas con Emmanuel Macron, considerado el principal obstáculo en la Comisión Europea. También Lula con el presidente de España, Pedro Sánchez, reafirmó su compromiso para impulsarlo e igualmente lo hizo en Brasilia aprovechando la primera visita a la región la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad; Kaja Kallas, quien aseguro la voluntad política de la UE para definitivamente cerrar el acuerdo en la próxima cumbre semestral de Mercosur que se llevará a cabo en Brasilia en diciembre de 2025.

Tras las dudas y el malestar provocado por el acuerdo previo entre la UE y Estados Unidos (EE. UU.), el acuerdo Mercosur-UE ha cobrado fuerza e importancia para la UE al considerarlo como necesario y más ahora que EE. UU. ya no es un socio fiable. El acuerdo ha sido remitido al Consejo de la Unión Europea para su discusión y, en caso de aprobación, para su posterior traslado al Parlamento. Un avance significativo consiste en la decisión de la Comisión de separar el pilar comercial, que es competencia supranacional de la UE, de los pilares político y de cooperación. Esto permite que el acuerdo entre en vigor tras la aprobación del Consejo y el Parlamento Europeo, sin necesidad de la ratificación de los parlamentos nacionales.

La Comisión Europea ha complementado este paso con la presentación de un documento que regula las salvaguardias agrícolas, atendiendo así una de las demandas clave de Macron. Aunque existe la posibilidad de someter el acuerdo a mayorías cualificadas, lo que podría superar la oposición francesa, la Comisión prefiere evitar el rechazo de Francia contemplando parte de sus intereses. Todo ello genera interrogantes sobre la naturaleza y las implicaciones de la adenda agrícola, como la necesidad de negociarla directamente con el Mercosur, si implica la reapertura de negociaciones o si será suficiente para obtener el apoyo de los países reticentes. La buena noticia es que Dinamarca está a favor del acuerdo y que preside durante el segundo semestre el Consejo de la Unión Europea y a su vez Brasil, ejerce la Presidencia Pro Tempore del Mercosur.

Un posible retraso y la postergación de la firma más allá de diciembre de 2025, tendría consecuencias considerables para el Mercosur. El bloque ha vinculado gran parte de su credibilidad internacional a esta negociación y de no conseguirse avivaría los debates internos pendientes respecto a su futuro. Además, el Mercosur enfrenta déficits significativos en cuanto al avance de su agenda interna y externa, justo cuando la revisión de alianzas internacionales se vuelve esencial.

El presidente Lula, dada la alta importancia estratégica y geopolítica del acuerdo en el contexto de guerra comercial (Brasil tiene el arancel más alto impuesto por Estados Unidos, un 50%), hará todo lo posible por cerrar el acuerdo, lo que tendría un impacto relevante tanto en Brasil como en el conjunto del Mercosur. Para Brasil, el acuerdo responde a las exigencias de su potente sector agroindustrial, que reclama acceso a nuevos mercados. Para el Mercosur, avanzar con la UE contrarresta los intentos de Milei de abandonar el bloque o de romper la política comercial común.

En el plano internacional, la firma del acuerdo forma parte de la estrategia de Brasil de consolidarse como líder regional y ganar peso global. Los cambios de posición de Lula respecto al desarrollo sostenible y su compromiso con el cambio climático han mejorado la imagen de Brasil, que en 2025 organizará la COP30 por primera vez en una ciudad amazónica (Belém).

Insistimos que las consecuencias para la credibilidad y el futuro de la integración por el retraso o la falta de firma definitiva del acuerdo, tendrá importantes implicaciones para ambos bloques. Para el Mercosur, las consecuencias serían aún más profundas, pudiendo desembocar en una nueva crisis con resultados impredecibles. Por su parte la UE debe tener la firme voluntad política para firmarlo, enviando la señal de que no se encuentra fragmentada y que tiene una sola voz, si desea hacer efectiva la autonomía estratégica, y de que el futuro es más Europa, al igual que el fututo de Mercosur es más Mercosur y más Iberoamérica, para potenciar las relaciones birregionales y ganar peso en el nuevo contexto del orden económico internacional.

(*) Ramón Casilda Béjar es miembro del Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos (IELAT), Universidad de Alcalá e Ignacio Bartesaghi es Director del Instituto de Negocios Internacionales, Universidad Católica de Uruguay.

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