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Carbono como commodity: ¿podemos jugar en las grandes ligas del mercado voluntario?

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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Jimena Calvo, El Economista, 2 de agosto

En un mundo que corre contrarreloj para frenar el cambio climático, el carbono se ha transformado en un nuevo commodity global. La emisión de créditos por reducción o captura de gases de efecto invernadero -conocidos como créditos de carbono- ya no es solo un instrumento ambiental: es una oportunidad económica. Con una demanda creciente por parte de empresas que buscan compensar su huella ambiental, el mercado voluntario de carbono se ha consolidado como un ecosistema en expansión que moviliza miles de millones de dólares.

¿Puede Argentina posicionarse como un jugador relevante en esta arena?

Un mercado que crece y se sofistica

El mercado voluntario de carbono permite que proyectos que reducen, capturan o evitan emisiones de gases de efecto invernadero emitan certificados comercializables -los famosos "créditos de carbono"-, equivalentes a una tonelada de CO₂e cada uno. A diferencia de los mercados regulados por los Estados, en este los actores participan de manera voluntaria, impulsados por compromisos climáticos o presiones reputacionales.

Según el último informe de Sylvera (calificadora internacional del mercado de carbono), el primer trimestre de 2025 marcó un hito en la evolución del mercado voluntario de carbono, al mostrar un equilibrio inédito entre la oferta y la demanda. Por primera vez, la cantidad de créditos emitidos (55,63 millones) casi igualó a la cantidad de créditos retirados (54,56 millones), con una brecha de apenas 1,9%, la menor históricamente hablando. El interés de empresas como Microsoft, Shell, Amazon o Meta ha sido clave en esta expansión, así como el desarrollo de estándares internacionales sólidos como los de Verra (VCS) y Gold Standard, que aseguran integridad ambiental y trazabilidad.

Argentina cuenta con un capital natural inmenso: ecosistemas forestales, suelos agrícolas degradados aptos para prácticas regenerativas, y zonas de alto valor ecológico que podrían transformarse en proyectos de conservación. Sin embargo, según el RENAMI (Registro Nacional de Proyectos de Mitigación) su participación en el mercado es todavía incipiente: cerca de 65 proyectos registrados, en su mayoría forestales o de energías renovables, representan una fracción menor del mercado global.

Existen oportunidades claras en sectores clave. El forestal, tanto en proyectos de conservación (REDD+) como de reforestación, puede generar ingresos adicionales para productores a la vez que se protege la biodiversidad. La agricultura regenerativa, con prácticas de manejo que aumentan el carbono en el suelo, se perfila como un espacio innovador para el agro argentino. Y regiones como el Delta del Paraná, la Selva Misionera o los bosques patagónicos podrían generar créditos de alto valor por su relevancia ecológica.

Barreras que aún frenan el despegue

El desarrollo del mercado enfrenta desafíos significativos. En el plano regulatorio, Argentina carece de un marco jurídico claro y nacional para el mercado de carbono, lo que genera incertidumbre para inversores y desarrolladores. Algunas provincias han comenzado a legislar y promover iniciativas (como Misiones y Jujuy), pero la falta de articulación nacional limita la escala.

Desde el punto de vista técnico, desarrollar un proyecto implica altos costos y tiempos prolongados: se requiere medición de línea base, verificación por terceros, auditorías y validación bajo estándares como Verra o Gold Standard, que son lo que mejor cotizan en el mercado y los buscados por las grandes empresas. Este proceso puede tomar entre 12 y 24 meses, con costos iniciales que muchas veces superan los US$ 50.000. Para productores de pequeña escala o comunidades, esto representa una barrera de entrada insalvable.

En lo financiero, aún no existen mecanismos sólidos de pre-financiamiento, garantías o fondos específicos que reduzcan el riesgo para quienes deciden apostar por este tipo de proyectos. El reciente interés de bancos multilaterales y actores privados en crear vehículos de inversión para créditos de carbono es una señal alentadora, pero aún incipiente en el país.

También hay señales de una fuerte conformación de un creciente ecosistema y de una importante articulación institucional: la Mesa Argentina de Carbono con más de 50 actores asociados, empresas agroindustriales y cooperativas que están empezando a explorar cómo ingresar a este mercado como oferentes de créditos, en algunos casos con co-beneficios sociales y ambientales, lo que incrementa también su precio de mercado.

¿Commodity verde, o promesa verde?

Para que Argentina pueda escalar su participación y jugar en las grandes ligas del carbono, necesita transformar su potencial en realidad. Esto implica avanzar en cinco frentes: construir un marco regulatorio claro; fomentar mecanismos de financiamiento; articular capacidades técnicas; fortalecer la trazabilidad y reputación de los proyectos; y promover la demanda doméstica de créditos, que hoy es casi inexistente.

El carbono como commodity verde es una oportunidad histórica: puede generar ingresos, impulsar la transición agroecológica, proteger ecosistemas clave y abrir nuevos mercados para el país. Pero requiere visión estratégica y acción coordinada.

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